LA ENTERRADA VIVA

Vie 03 Dic 2010, 3:09 pm

LA ENTERRADA VIVA

Corría el año de 1890 cuando fungía como padre guardián del templo de San Diego, un sacerdote de origen poblano que tenía por nombre don Antonio Bonetta, quien vivía en compañía de su hermana mayor, la que se había encargado de criarlo, quizá esto hacía que fuesen muy unidos y siempre se contaban todas sus cuitas.

Cuentan las crónicas que el sacerdote le profesaba una increíble veneración; por ende la mujer era el objeto de todas sus atenciones y cuidados. Sin embargo un mal día la ya anciana mujer efermó y ninguno de los doctores de la Villa atinó a saber qué tenía: uno decía que era un mal hepático, otro que de dolor de costado. Y apesar de tantas y tan pródigas atenciones, a los pocos días en medio de terribles dolores que de tan intensos le hacían perder el conocimiento, la pobre anciana murió.

El sacerdote se hallaba inconsolable y con gran pesar dispuso que su hermana fuese sepultada en el cementerio de los religiosos que se ubica debajo de las catacumbas del famoso templo, para así poder estar más cerca de ella y visitar su sepulcro continuamente.

Un día después del sepelio; el padre bajó a las criptas para visitar la tumba de su adorada hermana. Cuando estuvo frente de la lápida se hincó para rezar una oración y en medio del silencio escuchó unos sonidos y rasguños que provenían desde el fondo de la gaveta. Al principio se le erizaron los cabellos al clérigo, pero se calmó y se puso atento y escuchó aquél lúgubre trrr...., trrr..., trrr..., que se originaba al interior de la sepultura y le entraba cierto temor que lo hacía estremecerse involuntariamente.

Alarmado corrió a la iglesia para buscar al hermano sacristán, narrarle lo sucedido y pedirle que le ayudara a abrir la gaveta ya que su hermana estaba viva. Presurosos bajaron a las catacumbas ahí escucharon con asombro el extraño sonido, a lo que el sacristán trató de calmar al sacerdote diciéndole que no se preocupara ya que lo que originaba el sonido eran sólamente ratas de las que había muchísimas; el cura momentáneamente se calmó y de mala gana aceptó la explicación del hombre.

Al día siguiente después de oficiar misa, el padrse Antonio bajó a las catacumbas y regresó más excitado que nunca; con desesperación y los ojos llenos de lágrimas le solicitó al sacristán le ayudase por favor a abrir la sepultura de su adorada hermana, ya que además del incesante rasguñeo, estaba seguro de que continuamente le llamaba por su nombre............ de nueva cuenta su interlocutor logró calmarle.

Sin embargo, ese día por la noche, el sacerdote escuchó por varias horas aquella voz muy lejana, que poco a poco se fue apagando hasta que el silencio invadió todo.....
¡Annnntonioooooo!, ¡Annnntonioooooooo!.

Al amanecer ya no le importó si lecreían o no por lo que zapapico en mano bajó a los subterráneos en donde comenzó a desprender la loza que cubría el sepulcro de la mujer. El golpeteo sobre la piedra atrajo al sacristán y a otros clérigos, los cuales, solidarios y presurosos, le ayudaron a sacar y poner en el suelo el ataúd en donde yacía la señorita Bonetta.........

Con gran desesperación retiraron los clavos que sellaban la tapa del cajón mortuorio y cuando al fin lo abrieron......

Horrorizados, vieron que el cadáver de la mujer se encontraba volteado boca abajo y con las mortajas rasgadas......... Con gran horror le voltearon para descubrir que el cuerpo se encontraba todo rasguñado y con una horrible mueca de desesperación: en sus ojos ya sin luz, "SE ADIVINABA LA MIRADADEL HORROR SUPREMO"........

¡Le había sepultado viva!..

Haber qué les parece esta historia y ahí van los créditos:

Aguascalientes y sus Leyendas. Víctor Eduardo Guerra Ruiz Esparza.