El Tesoro de la calle Ocampo

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Había en la calle que hoy lleva el nombre del gran paladín de la Reforma, Melchor Ocampo, una antigua casa, de construcción española, de dos pisos, que generalmente estaba deshabitada pues que, según se decía, se veían en ella durante las noches cosas grandes y maravillosas y se escuchaban rumores extraños de cadenas y cuerpos, golpes de puertas que se abren y cierran con estrepito, sonar de timbres en distintas habitaciones y en intervalos de relativo silencio, el fru-fru de la seda y el rumor de pasos de calzado de mujer, habiendo habido alguien quien asegura que al oír pasar aquel rumor se percibía el olor de delicados perfumes.
Y así era pródiga en ruidos extraños la supradicha casa, no lo era menos en soberbios o espeluznantes espectáculos, pues que se veía de cuando en cuando la casa, que estaba, repetimos, habitualmente abandonada, profusamente iluminada, ataviada con lujo deslumbrador, sus habitaciones alfombradas, luciendo elegantes ajuares, con sus puertas preservadas con hermosas cortinas, viéndose en pasillos y departamentos un oír y venir de gentes muy elegantes, criados con librea conduciendo, unos algunas piezas de ropa, otros charolas con copas rebosantes de apetecibles vinos, alguno penetrado de la puerta principal conduciendo cartas en una charola, personajes que parecían estar de visita, deshaciéndose de cortesías y caravanas, etc. Todo hacía presumir que aquella casa había sido habitada por la familia de un potentado de la época colonial. Mis investigaciones acerca de los propietarios antiguos de dicha casa han fracasado; pero me han dado la oportunidad para escuchar más y más consejas con tal casa relacionadas.
Cuentan que cierta vez llegó a Durango, no se sabe de dónde ni quiénes eran, una familia muy pobre, y para pasar la noche pidieron que se les prestara aquellas casa sola, a lo que accedió de muy buen grado el propietario o encargado después de advertirles que tal vez no la pasarían nada bien, por espantar en ella de una manera escandalosa. Que a eso de media noche, cuando todos, especialmente los pequeños dormían profundamente, notaron la iluminación repentina de la casa y se dieron cuenta del barullo de aquella aristocrática mansión, presenciando escenas con las que ya hemos mencionado.
Espantados salieron precipitadamente: pero al salir a la calle se dieron cuenta de que un chiquillo se había quedado dormido dentro; proyectaban entrar a sacarlo; pero su indecible temor se los impedía y ante la convicción de que el pequeño dormía y era difícil que despertara, optaron por dejarlo esperando al nuevo día.
Cuando el sol salió se disipó un poco el temor en los espíritus de aquellos viajeros y todos, muy juntitos para protegerse y darse mutuamente valor, entraron a sacar al niño que había quedado dentro, encontrándolo sentado ya y muy sonriente con una carta en la mano. Les dijo que un hombre elegantemente vestido le había llevado en una charola aquella carta, le había hecho una caricia en las mejillas y había desaparecido.
Abrieron el sobre y en ella decía que tal y cual el sitio de la casa se hallaba sepultado un tesoro y recomendaba que lo extrajeran para tranquilidad de muchos espíritus que vagaban penando. Inmediatamente procedieron a la extracción de aquel tesoro, contándose que aquellos afortunados viajeros se fueron no solo sin dar las gracias al encargado de la casa, si no sin devolverle las llaves de la misma.
Registrada que fue después dicha casa, encontraron la excavación y las demostraciones palpables de que habían extraído de allí algunos cajones indudablemente con dinero.
No se volvió a saber nada de los afortunados ni que rumbo tomaron.
Desde entonces aquella dejó de ser “la casa de los espantos”, pues nada anormal se ha vuelto a ver ni a escuchar en ella…

compañero jose antonio, muy buena historia sin duda, no entiendo porque nadie comento nada en su momento, hojala que sigas al pendiente de este foro. gracias y suerte

Hola, pues yo no la invente, es una de las tantas historias que hay en México y ojalá que contemos aquí mas, aunque no estén bien redactadas, pero que nos den la idea y que la imaginación se eche a volar. Saludos.

Que buen relato compañero Jose, por estos rumbos estaban haciendo una carretera, la persona que manejaba las maquinas destapo un recipiente con monedas y se pelo, hasta la maquina prendida dejo.


Saludos.

Muy buen relato compañero, gracias por compartirlo con nosotros, saludos.

que buena historia, gracias por compartirla, esos espiritus por fin descanzaron en paz,

Que buen relato Jose, tal vez la inocencia del niño al no temerle a las luces y los ruidos extraños que se presentaban era la clave para que pudieran dar ese tesoro y descansar en paz esas almas...