EL TESORO DE LA CALLE DEL CENTENARIO

Allá por el año de 1892; una familia de apellido González vivía en una vieja casona que se encontraba por la calle del Centenario (Hornedo), la cual se ubicaba ya casi para llegar a la del Olivo (Josefa Ortiz de Domínguez). En la actualidad aún se le puede reconocer ya que todavía existe por las inmediaciones del templo de San Juanito. La familia era conformada por tres miembros don José. doña Lupe y el hijo de ambos Luis. Eran gentes sencillas y muy trabajadoras, para subsistir trabajaban como operarios en la recién inaugurada fundición en donde ganaban entre los dos hombres la fabulosa cantidad de un peso. Ante esto no les quedaba otra después de la tremenda jornada de casi doce horas, por lo que se conformaban con lo que la vida les daba para irla pasando. Sin embargo no eran del todo felices ya que repentinamente Luis comenzó a ponerse muy pálido y ojeroso, perdió el apetito y las ganas de trabajar, era obvio que tenía un problema muy grave, los atribulados padres buscaron llevarlo con médicos y después con curanderos, pero nadie atinaba y el pobre muchacho se secaba día con día. Al principìo le echaron la culpa a los malos vapores de la fundición, pero después de no ver mejoría física alguna, comenzaron a creer que la dolencia era del espíritu y no del cuerpo. Los padres desesperados rogaban a Dios por el bienestar de su hijo, hasta que una noche habló con ellos y les contó que todas las noches cuando ya estaba dormido, apenas sonaban las doce en el reloj del Palacio, en su cuarto comenzaba a hacer mucho frío y entonces se le acercaba al lado de su cama un aparecido, vestido con un sayal de fraile y acercándose al oído le decía: -Escúchame, escúchame tengo un gran tesoro para tí... Sólo necesitas dejarme algo para que yo te lo señale y después escarbarás un poco, encontrarás mis restos a los que les darás cristiana sepultura y abajo está el dinero que es para tí, es mucho... sácalo y compadécete de mi penar. Eso venía sucediendo todas las noches desde casi medio año atrás; lo cual hacía que el muchacho poco a poco perdiera la salud y se fuera enjutando como una rama vieja. Los padres se alarmaron muchísimo y en ese momento fueron a visitar al Padre Penitente que confesaba en la Catedral. Cuando el Padre le vió casi se va de espaldas pues creyó que era un difunto quien venía a pedirle consejo; - No temas hijo si ese espíritu quiere darte el dinero tómalo; él necesita descansar en paz. déjale un carbón en tu buró y como ya te lo dijo, él te señalará el lugar en donde están enterrados su cuerpo y el dinero, ahí escarbarán y mucho antes de sacar el dinero le darán cristiana sepultura a ese pobre infeliz. Esa noche, Luis siguiendo las indicaciones del sacerdote, dejó un trozo de carbón sobre el buró; tenía la esperanza de que el difunto señalara el sitio del tesoro y que de esa manera lo dejase ya en paz. Cuando el joven ya casi dormía; sintió la ya familiar presencia del fraile que se aparecía y éste con su desencarnada mano, tomó el carbón para señalar el lugar, tal y como lo había prometido, por unos instantes reinó el silencio y sólamente se escuchaba el carbón
deslizarse por el suelo. Al dia siguiente cuando Luis se despertó, el carbón muy desgastado estaba sobre el buró, por lo que rápidamente se incorporó de la cama para taparse la boca con las manos para no gritar. ¡Todo el piso estaba marcado! ¡Toda su vida había dormido sobre una gran fortuna! Con sus precarias fuerzas salió de su caurto y le habló a sus padres los cuales al ver las marcas se santiguaron; cuenta la historia que durante casi todo el día cavilaron en lo que deberían de hacer y finalmente tomaron una decisión... Se asustaron tanto que ese mismo día en la tarde decidieron abandonar para siempre la casa y el magnífico tesoro... Durante muchos años la casona fue ocupada por inquilinos temporales, los cuales no duraban ya que siempre se aparecía el fraile. Pasó el tiempo y la casona quizá por su secreto o el paso del tiempo fue abandonada, pero hay gentes que aseguran que si en las noches alguien se asoma por entre las viejas ventanas, se puede ver el aparecido vagando por la casa, esperando que alguien lo saque de ahí para darle cristiana sepultura y entregarle su gran tesoro.
Aguascalientes y sus Leyendas. Víctor Eduardo Guerra Ruiz Esparza.

Si a veces pasa eso, a algunas personas les indican donde esta el dinero y estos salen corriendo.......suerte aparte.....suerte aparte.

Conozco a un señor asi, pero bueno.

saludos

Ate


Chicharo

Que bonita leyenda, pienso que el fraile y el tesoro aun siguen ahi. . . .

asi suele suceder cuando te lo ofrecen [ el Tesoro] lo rrechasas ; por miedo o por temor alo desconocido o por x motibo dejan ir el queso grande; y nosotros que lo andamos buscando no lo encontramos.saludos paisanos.

excelente relato gracias por compartirlo.