"El entierro de Ramiro"
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Juan Saldaña
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"El entierro de Ramiro"
Dom 19 Feb 2012, 11:54 pm
Eran las dos de la madrugada cuando Ramiro escuchó el ladrido del “tlacuache”. Trató de no hacer ruido al incorporarse de su cama para no despertar a su esposa Arnulfa y a su pequeño hijo. En la oscuridad, se dirigió a la puerta del jacal y salió.
En el patio se encontraba su compadre Gilberto quien al verlo le dirigió una sonrisa.
¡Buen día compadre! ¡Vámonos rápido; Don Demetrio ya debe estarnos esperando! -dijo Ramiro mientras aún perdió unos segundos acariciando a su apreciado perro-. Ambos compadres se pusieron en camino hacia la hacienda de manera presurosa.
Después de veinte minutos de intensa caminata divisaron la hacienda, así como a dos hombres que venían a su encuentro. Eran el temido Don Demetrio y su hombre de confianza Avelino, el administrador de la hacienda.
¡Qué baquetones! ¡Buenos para nada! ¡Apestosos! -bufó el hacendado- quedamos a la una, vayan y tomen la herramienta para cavar. ¡Vamos Avelino, apurémonos por las bestias!
Y al decir estas palabras se encaminó junto con el administrador, regresaron minutos después con dos mulas y sus respectivas monturas.
A pesar de estar acostumbrados a no hacer preguntas, a realizar cuanto trabajo les fuera ordenado, Gilberto en voz apenas perceptible preguntó a Avelino:
-¿Adonde Vamos?
-Cerca.
-Sí, pero… ¿a qué lugar?
-Al potrero de la laguna.
-¿Qué vamos hacer?
-¡Ya calla, van a cavar!
Gente sencilla y acostumbrada a obedecer. Gilberto ya no hizo más preguntas. Además, efectivamente seguían el camino hacia el potrero de la laguna.
Por su parte, Ramiro aún con los efectos de la resaca del día anterior, caminaba de manera trabajosa, empezaba a pagar el precio de su exceso. Veía no sin cierta envidia a los dos hombres a caballo que avanzaban sin escatimar esfuerzo alguno.
Su único consuelo, y motivo de extraña complacencia, era advertir el esfuerzo que realizaban las mulas con su desconocida carga, de vez en cuando incentivadas con los azotes que les propinaba Avelino para que avanzaran.
Una vez que llegaron al potrero, Don Demetrio le indicó a Avelino el lugar en que pararan.
-Avelino; que empiecen a cavar al lado de la nopalera un pozo de dos metros-; indicó el hacendado.
-Patrón ‘tá muy dura la tierra, pue’ que con metro y medio baste-. Respondió Avelino, no sin cierto dejo de temor.
-¡Bah, o acaso quieres ser tú el que cave en su lugar! ¡ A cavar bribones! ¡Empiecen ya!
Los dos compadres comenzaron su difícil tarea. Efectivamente, la tierra era muy dura y sudaban copiosamente, pero no escatimaban esfuerzo en llevar a cabo la orden de su patrón.
De vez en cuando, Ramiro observaba con la claridad de la mañana a Don Demetrio y Avelino; ambos platicaban sin que él pudiera escuchar algo de lo que comentaban. Empero, en ningún momento soltaban las armas que portaban.
-Sabes, Gilberto… algo no anda bien, ¿pa’ qué quieren este pozo aquí? No creo que sirva pa’ nada.
-No lo sé compadre –contesto Gilberto sacando la tierra que se iba amontonando según escarbaban.
-Creo que algo traen en las mulas y este hoyo es para enterrarlo.
-Es verdad, tal vez estemos cavando nuestra propia tumba.
-No compadre, no la friegue-, replicó Ramiro.
Ambos continuaron escarbando. Después de pasar dos, tres y varias horas más de trabajo en total silencio, fueron interrumpidos por Avelino…
-El trabajo se acabó muchachos ¡Salgan, salgan ya!
-Allá, atráss de esos matorrales oculto, hay un cofre. ¡Tráiganlo al pozo y acerquen las mulas!
Ramiro y Gilberto obedecieron, ahora sí ya más seguros de sus temores, ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna, actuaban como autómatas.
Llevaron el cofre en donde se encontraban las mulas y dijo Don Demetrio.
-¡Bajen el cofre, uno adentro y el otro pásele las cargas! ¡Rápido que ya es tarde!
Ramiro no podía dar crédito a lo que veía. La misteriosa carga era nada menos que alhajas, monedas de oro y plata. Conforme desamarraba los bultos, sacaba el contenido, iban saliendo éstas.
Ahora se daba cuenta de la razón por la que no habían producido ruido en el trayecto, habían sido perfectamente adecuadas y protegidas de manera ingeniosa.
Mientras Gilberto recibía y acomodaba el tesoro en el cofre. Ramiro, con la cara desencajada, sombrío, sin articular palabra, se abandonó en un sólo pensamiento: escapar.
Su pensamiento fue interrumpido por Avelino…
-¡Gilberto cierra el cofre, pon el candado! ¡Listo! ¡Fuera, fuera del pozo!
Ramiro, veía a su compañero, cayendo, levantándose, cerrando y apretando sus puños. Tal vez, con los mismos auspicios que él.
Finalmente como pudo y con ayuda de Ramiro, Gilberto salió del pozo.
-Ahora muchachos hay que llenarlo – le dijo Avelino.
Ramiro tembló derrotado y no sabiendo qué hacer se aferro a la pala. Nuevamente imaginó que con la herramienta daba cuenta de los dos hombres armados.
Casi sosteniéndose de la herramienta, sin siquiera mover los ojos, precisó en su mente el lugar de los hombres armados, la distancia, su corpulencia. Practicó en su cabeza los movimientos necesarios y justos que con la pala debería hacer, sin fallar, sin dudar, para librar a sus eventuales oponentes y huir.
Así lo hizo: en lo que duran unos cuantos parpadeos, Ramiro se vio lanzándose blandiendo la pala contra aquellos hombres armados. Pudo ver en cámara lenta cómo los desarmaba y los vencía a golpe de pala. Se imaginó maquinando notoria versión para explicar en la hacienda el desafortunado ataque y el regreso sin dos hombres menos… lo tenía todo listo, se salvaría manchando su noble pala con la sangre de sus atacantes, acabaría con ellos, regresaría a casa y abrazaría Arnulfa aunque tuviere que tornarse en homicida. Lo había decidido…atacaría ya…
-¡Bien, bien hecho muchachos! Pongámonos en camino a la hacienda. Tomen el agua del guaje y monten las mulas, deben estar sumamente cansados.- Se oyó la voz de Don Demetrio llena de satisfacción, interrumpiendo el plan asesino y de supervivencia de Ramiro, quien salía de su trance macabro, aligerando su alma con el alivio de verse de vuelta, vivo y sin tener que mancharse las manos de sangre.
Realizaron el regreso a la hacienda en silencio, tranquilos y contentos de seguir con vida, además se sentían favorecidos por su “amo” pues, ahora, compartían un valioso secreto con él.
Una vez que llegaron a la finca, Don Demetrio les hizo que pasaran a la tienda de raya indicándoles…
-Sin duda que han realizado un excelente trabajo; quiero recompensarlos con estos dos atados que he echo, en su interior hay una cantidad considerable para ustedes. ¡Únicamente les pido que guarden celosamente el secreto del que ahora son parte! Compren lo que deseen en la tienda para sus mujeres, rebozos, vestidos, lo que quieran. ¡A propósito! Sus deudas serán borradas de los libros, ¡toma nota Avelino!
-Así lo haré patrón- respondió el interpelado.
Ramiro y Gilberto con el rostro iluminado por las buenas nuevas, agradecieron a Don Demetrio, se hincaron y hicieron una exagerada reverencia.
-¿Patrón necesita otra cosa?- Le preguntó Ramiro.
-No, No muchachos, tómense lo que queda del día y llévense estas dos botellas de aguardiente-, respondió el hacendado sin denotar emoción alguna.
De regreso a sus jacales, los dos compadres vieron el camino de otra manera, intensamente verde, el cielo más azul, la vida era magnifica. También intercambiaron su experiencia, temores y alegrías.
Se despidieron finalmente con la firme promesa de reunirse más tarde para dar cuenta de las botellas de aguardiente, no importaba que se enojara la Arnulfa y María, comentaron. Con el tesoro que llevaban callarían cualquier reclamo de éstas.
Ramiro al llegar al patio de su vivienda vio a su querido perro “tlacuache”, éste al advertir su presencia lo reconoció con emociones encontradas, alegría y temor… quizá por la hora, ya estaba clareando y eran casi las seis de la mañana. El can le ladraba, gemía y se escondía en los tablones improvisados que servían en ocasiones de comedor.
¡Perro loco, ahora no me conoces desgraciado!- gritó Ramiro con la voz un poco conmovida, pero continuó su camino hacia el fogón que se encontraba en el patio.
Su mujer ,ya de pie, preparaba el desayuno y su hijo se encontraba sujeto con una cuerda que le permitía cierta libertad, amarrado al árbol más próximo de la vivienda. Ni su mujer, ni su hijo le prestaron atención.
-¡Arnulfa! ¡Eh! ¡Arnulfa! ¡Mira lo que me dio Don Demetrio!
Pensado que su mujer, tal vez, seguía enojada por la borrachera del día anterior, comenzó a desamarrar el atado. Con las monedas en la mano abrió su palma y mostró unas cuantas a su mujer, ella, no mostró emoción, su rostro permanecía inexpresivo y concentrado en su labor.
¡Carajo! Es que no te has dado cuenta mujer de lo que traigo.
Ramiro colérico, apretujó las monedas dentro de su mano. Su sorpresa fue mayúscula, las monedas se hacían polvo, como si esas fueran un terrón.
La realidad le agolpó su cabeza, sintió gran dolor en su pecho, la sangre que manaba le debilitaba.
Lo que en realidad sucedió es que él y su compadre se encontraban en el fondo del pozo, fueron acribillados. Ramiro agonizando y Gilberto permanecía completamente inmóvil.
La muerte en el último momento le había jugado una broma, recreó un contexto que no aconteció, después de terminar el trabajo ordenado.
Mientras tanto, Don Demetrio y Avelino paleaban la tierra rellenando de manera apresurada el pozo, la tierra caía en el rostro de Ramiro… mientras éste permanecía absorto maquinando el ataque a los hombres armados, estos no dudaron en cerrar para siempre los ojos que ya conocían del secreto… un titubeo le constó la vida.
Esta ficción de mi autoría fue motivado por los compañeros que dejaron sus comentos en el que denomine “cuento para las prospecciones de noche” y su aceptación.
La finalidad de esta ficción, es para que sirva como distracción en el el folklore de la búsqueda de tesoros.
En el patio se encontraba su compadre Gilberto quien al verlo le dirigió una sonrisa.
¡Buen día compadre! ¡Vámonos rápido; Don Demetrio ya debe estarnos esperando! -dijo Ramiro mientras aún perdió unos segundos acariciando a su apreciado perro-. Ambos compadres se pusieron en camino hacia la hacienda de manera presurosa.
Después de veinte minutos de intensa caminata divisaron la hacienda, así como a dos hombres que venían a su encuentro. Eran el temido Don Demetrio y su hombre de confianza Avelino, el administrador de la hacienda.
¡Qué baquetones! ¡Buenos para nada! ¡Apestosos! -bufó el hacendado- quedamos a la una, vayan y tomen la herramienta para cavar. ¡Vamos Avelino, apurémonos por las bestias!
Y al decir estas palabras se encaminó junto con el administrador, regresaron minutos después con dos mulas y sus respectivas monturas.
A pesar de estar acostumbrados a no hacer preguntas, a realizar cuanto trabajo les fuera ordenado, Gilberto en voz apenas perceptible preguntó a Avelino:
-¿Adonde Vamos?
-Cerca.
-Sí, pero… ¿a qué lugar?
-Al potrero de la laguna.
-¿Qué vamos hacer?
-¡Ya calla, van a cavar!
Gente sencilla y acostumbrada a obedecer. Gilberto ya no hizo más preguntas. Además, efectivamente seguían el camino hacia el potrero de la laguna.
Por su parte, Ramiro aún con los efectos de la resaca del día anterior, caminaba de manera trabajosa, empezaba a pagar el precio de su exceso. Veía no sin cierta envidia a los dos hombres a caballo que avanzaban sin escatimar esfuerzo alguno.
Su único consuelo, y motivo de extraña complacencia, era advertir el esfuerzo que realizaban las mulas con su desconocida carga, de vez en cuando incentivadas con los azotes que les propinaba Avelino para que avanzaran.
Una vez que llegaron al potrero, Don Demetrio le indicó a Avelino el lugar en que pararan.
-Avelino; que empiecen a cavar al lado de la nopalera un pozo de dos metros-; indicó el hacendado.
-Patrón ‘tá muy dura la tierra, pue’ que con metro y medio baste-. Respondió Avelino, no sin cierto dejo de temor.
-¡Bah, o acaso quieres ser tú el que cave en su lugar! ¡ A cavar bribones! ¡Empiecen ya!
Los dos compadres comenzaron su difícil tarea. Efectivamente, la tierra era muy dura y sudaban copiosamente, pero no escatimaban esfuerzo en llevar a cabo la orden de su patrón.
De vez en cuando, Ramiro observaba con la claridad de la mañana a Don Demetrio y Avelino; ambos platicaban sin que él pudiera escuchar algo de lo que comentaban. Empero, en ningún momento soltaban las armas que portaban.
-Sabes, Gilberto… algo no anda bien, ¿pa’ qué quieren este pozo aquí? No creo que sirva pa’ nada.
-No lo sé compadre –contesto Gilberto sacando la tierra que se iba amontonando según escarbaban.
-Creo que algo traen en las mulas y este hoyo es para enterrarlo.
-Es verdad, tal vez estemos cavando nuestra propia tumba.
-No compadre, no la friegue-, replicó Ramiro.
Ambos continuaron escarbando. Después de pasar dos, tres y varias horas más de trabajo en total silencio, fueron interrumpidos por Avelino…
-El trabajo se acabó muchachos ¡Salgan, salgan ya!
-Allá, atráss de esos matorrales oculto, hay un cofre. ¡Tráiganlo al pozo y acerquen las mulas!
Ramiro y Gilberto obedecieron, ahora sí ya más seguros de sus temores, ninguno de los dos se atrevía a pronunciar palabra alguna, actuaban como autómatas.
Llevaron el cofre en donde se encontraban las mulas y dijo Don Demetrio.
-¡Bajen el cofre, uno adentro y el otro pásele las cargas! ¡Rápido que ya es tarde!
Ramiro no podía dar crédito a lo que veía. La misteriosa carga era nada menos que alhajas, monedas de oro y plata. Conforme desamarraba los bultos, sacaba el contenido, iban saliendo éstas.
Ahora se daba cuenta de la razón por la que no habían producido ruido en el trayecto, habían sido perfectamente adecuadas y protegidas de manera ingeniosa.
Mientras Gilberto recibía y acomodaba el tesoro en el cofre. Ramiro, con la cara desencajada, sombrío, sin articular palabra, se abandonó en un sólo pensamiento: escapar.
Su pensamiento fue interrumpido por Avelino…
-¡Gilberto cierra el cofre, pon el candado! ¡Listo! ¡Fuera, fuera del pozo!
Ramiro, veía a su compañero, cayendo, levantándose, cerrando y apretando sus puños. Tal vez, con los mismos auspicios que él.
Finalmente como pudo y con ayuda de Ramiro, Gilberto salió del pozo.
-Ahora muchachos hay que llenarlo – le dijo Avelino.
Ramiro tembló derrotado y no sabiendo qué hacer se aferro a la pala. Nuevamente imaginó que con la herramienta daba cuenta de los dos hombres armados.
Casi sosteniéndose de la herramienta, sin siquiera mover los ojos, precisó en su mente el lugar de los hombres armados, la distancia, su corpulencia. Practicó en su cabeza los movimientos necesarios y justos que con la pala debería hacer, sin fallar, sin dudar, para librar a sus eventuales oponentes y huir.
Así lo hizo: en lo que duran unos cuantos parpadeos, Ramiro se vio lanzándose blandiendo la pala contra aquellos hombres armados. Pudo ver en cámara lenta cómo los desarmaba y los vencía a golpe de pala. Se imaginó maquinando notoria versión para explicar en la hacienda el desafortunado ataque y el regreso sin dos hombres menos… lo tenía todo listo, se salvaría manchando su noble pala con la sangre de sus atacantes, acabaría con ellos, regresaría a casa y abrazaría Arnulfa aunque tuviere que tornarse en homicida. Lo había decidido…atacaría ya…
-¡Bien, bien hecho muchachos! Pongámonos en camino a la hacienda. Tomen el agua del guaje y monten las mulas, deben estar sumamente cansados.- Se oyó la voz de Don Demetrio llena de satisfacción, interrumpiendo el plan asesino y de supervivencia de Ramiro, quien salía de su trance macabro, aligerando su alma con el alivio de verse de vuelta, vivo y sin tener que mancharse las manos de sangre.
Realizaron el regreso a la hacienda en silencio, tranquilos y contentos de seguir con vida, además se sentían favorecidos por su “amo” pues, ahora, compartían un valioso secreto con él.
Una vez que llegaron a la finca, Don Demetrio les hizo que pasaran a la tienda de raya indicándoles…
-Sin duda que han realizado un excelente trabajo; quiero recompensarlos con estos dos atados que he echo, en su interior hay una cantidad considerable para ustedes. ¡Únicamente les pido que guarden celosamente el secreto del que ahora son parte! Compren lo que deseen en la tienda para sus mujeres, rebozos, vestidos, lo que quieran. ¡A propósito! Sus deudas serán borradas de los libros, ¡toma nota Avelino!
-Así lo haré patrón- respondió el interpelado.
Ramiro y Gilberto con el rostro iluminado por las buenas nuevas, agradecieron a Don Demetrio, se hincaron y hicieron una exagerada reverencia.
-¿Patrón necesita otra cosa?- Le preguntó Ramiro.
-No, No muchachos, tómense lo que queda del día y llévense estas dos botellas de aguardiente-, respondió el hacendado sin denotar emoción alguna.
De regreso a sus jacales, los dos compadres vieron el camino de otra manera, intensamente verde, el cielo más azul, la vida era magnifica. También intercambiaron su experiencia, temores y alegrías.
Se despidieron finalmente con la firme promesa de reunirse más tarde para dar cuenta de las botellas de aguardiente, no importaba que se enojara la Arnulfa y María, comentaron. Con el tesoro que llevaban callarían cualquier reclamo de éstas.
Ramiro al llegar al patio de su vivienda vio a su querido perro “tlacuache”, éste al advertir su presencia lo reconoció con emociones encontradas, alegría y temor… quizá por la hora, ya estaba clareando y eran casi las seis de la mañana. El can le ladraba, gemía y se escondía en los tablones improvisados que servían en ocasiones de comedor.
¡Perro loco, ahora no me conoces desgraciado!- gritó Ramiro con la voz un poco conmovida, pero continuó su camino hacia el fogón que se encontraba en el patio.
Su mujer ,ya de pie, preparaba el desayuno y su hijo se encontraba sujeto con una cuerda que le permitía cierta libertad, amarrado al árbol más próximo de la vivienda. Ni su mujer, ni su hijo le prestaron atención.
-¡Arnulfa! ¡Eh! ¡Arnulfa! ¡Mira lo que me dio Don Demetrio!
Pensado que su mujer, tal vez, seguía enojada por la borrachera del día anterior, comenzó a desamarrar el atado. Con las monedas en la mano abrió su palma y mostró unas cuantas a su mujer, ella, no mostró emoción, su rostro permanecía inexpresivo y concentrado en su labor.
¡Carajo! Es que no te has dado cuenta mujer de lo que traigo.
Ramiro colérico, apretujó las monedas dentro de su mano. Su sorpresa fue mayúscula, las monedas se hacían polvo, como si esas fueran un terrón.
La realidad le agolpó su cabeza, sintió gran dolor en su pecho, la sangre que manaba le debilitaba.
Lo que en realidad sucedió es que él y su compadre se encontraban en el fondo del pozo, fueron acribillados. Ramiro agonizando y Gilberto permanecía completamente inmóvil.
La muerte en el último momento le había jugado una broma, recreó un contexto que no aconteció, después de terminar el trabajo ordenado.
Mientras tanto, Don Demetrio y Avelino paleaban la tierra rellenando de manera apresurada el pozo, la tierra caía en el rostro de Ramiro… mientras éste permanecía absorto maquinando el ataque a los hombres armados, estos no dudaron en cerrar para siempre los ojos que ya conocían del secreto… un titubeo le constó la vida.
Esta ficción de mi autoría fue motivado por los compañeros que dejaron sus comentos en el que denomine “cuento para las prospecciones de noche” y su aceptación.
La finalidad de esta ficción, es para que sirva como distracción en el el folklore de la búsqueda de tesoros.
- D. FragosoLíder de opinión.
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Re: "El entierro de Ramiro"
Lun 20 Feb 2012, 1:00 am
Muy buena lectura, deseo que continué con sus obras y no desista!!!
Saludos
Fragoso
Saludos
Fragoso
- Juan SaldañaGran Experto del Foro
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Re: "El entierro de Ramiro"
Lun 20 Feb 2012, 5:15 pm
D. Fragoso, buen día. Gracias por su comentario. Lo cierto es que soy un aficionado, que gusta escribir en mis ratos libres.
Le mando un saludo.
Le mando un saludo.
- Felix Davila RamirezExperto del Foro
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Re: "El entierro de Ramiro"
Lun 20 Feb 2012, 9:33 pm
Compañero Juan Saldaña muchas gracias por tu relato , esta emocionante y sobre todo el final sigue escribiendo ya que se te da y puedes en el futuro cercano publicar algo tu compa Felix. un punto por tu relato
- Juan SaldañaGran Experto del Foro
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Re: "El entierro de Ramiro"
Mar 21 Feb 2012, 9:23 pm
Compa Felix, muchas gracias por el comentario. Un saludo cordial desde la ciudad del "smog".
- luis_244Identidad Certificada
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Frase Célebre : "La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder". José de san martin
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Re: "El entierro de Ramiro"
Vie 11 Mayo 2012, 10:31 pm
Agradable lectura, y no muy alejada de la realidad, en ocasiones efectivamente les daban dinero para que se divirtieran y los venadeaban en los caminos.
y le repito agradable relato saludos
y le repito agradable relato saludos
- Juan SaldañaGran Experto del Foro
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Re: "El entierro de Ramiro"
Vie 11 Mayo 2012, 11:44 pm
luis_244, gracias por el comentario. El "post" ya era "viejito", pero se me hace simpatico que se siga leyendo.
Le dejo un saludo cordial.
Le dejo un saludo cordial.
- gabriel rodriguezLíder de opinión.
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Frase Célebre : La vida es la mejor escuela, Dios es el mejor maestro, el problema es la mejor asignacion y el fracaso la mejor revision
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 12:43 am
Muy buen relato Compañero es realmente agradable que nos den estos
magnificos relatos hasta parece que uno esta ahii..muchas gracias..
magnificos relatos hasta parece que uno esta ahii..muchas gracias..
- Juan SaldañaGran Experto del Foro
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Localización : Distrito Federal
Frase Célebre : La firma es la extensión de la mano y mi mano soy yo...
Fecha de inscripción : 26/01/2012
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 12:48 am
Gracias por su comentario compañero, y aquí continuamos apoyándonos.
Saludos.
Saludos.
- VonTyranusVoz de la Experiencia
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Frase Célebre : "todo se ve distinto desde el punto de vista en que lo mires"
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 9:07 am
buena historia compañero juan, bastante entretenida y excelente redaccion
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- detectoresalonsoExperto del Foro
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 10:12 am
saludos.
EXCELENTE DEVERIA EDITAR UN LIBRO DE ESTE TIPO DE RELATOS
SERIA EXITOSO.
MIS MAS SINSERAS FELICITACIONES
EXCELENTE DEVERIA EDITAR UN LIBRO DE ESTE TIPO DE RELATOS
SERIA EXITOSO.
MIS MAS SINSERAS FELICITACIONES
- lucasIdentidad Certificada
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Fecha de inscripción : 21/06/2011
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 11:02 am
muy buena historia compañero juan espero y nos siga deleitando con mas de estas buenas historias
_________________
- Juan SaldañaGran Experto del Foro
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Frase Célebre : La firma es la extensión de la mano y mi mano soy yo...
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Re: "El entierro de Ramiro"
Sáb 12 Mayo 2012, 9:08 pm
Compañeros Von Tyranus, detectoresalonso y lucas. Les agradezco sus palabras, ese tipo de muestras son las que provocan a uno a continuar imaginando ficciones.
Les dejo saludos cordiales.
Les dejo saludos cordiales.
- buscador26Identidad Certificada
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Edad : 63
Localización : df
Fecha de inscripción : 02/05/2012
Puntos : 5605
Re: "El entierro de Ramiro"
Dom 13 Mayo 2012, 12:12 pm
excelente relato y muy parecido a historias que me han platicado personas ya de edad avanzada que han vivido casi toda su vida cerca de haciendas o lugares donde antiguamente se manejaba dinero,le felicito
- Carlos Soriano Martinez
- Cantidad de envíos : 3
Edad : 34
Localización : Distrito Federal
Fecha de inscripción : 05/02/2013
Puntos : 4330
Re: "El entierro de Ramiro"
Jue 07 Sep 2017, 1:59 pm
buena historia, algo similar me platico mi papá que a su vez le conto su abuelo:twisted:
- EL PANTERA.Gran Experto del Foro
- Cantidad de envíos : 1481
Edad : 53
Localización : MEXICALPAN DE LAS TUNAS.
Frase Célebre : Confiad y Esperad......Montecristo.
Fecha de inscripción : 29/09/2009
Puntos : 7853
Re: "El entierro de Ramiro"
Mar 12 Sep 2017, 10:08 pm
AHHH......jijo..he la viejita.....
compadre....JUAN SALDAÑA.....usted...y sus relatos...que nos hacen transportarnos....al lugar...
Don Demetrio....
la carga del tesoro.....
Gilberto...y su compadre Ramiro...
EL TESORO......
EL POZO.....MORTAL.....CUSTODIO DE UN TESORO...
compadre....JUAN SALDAÑA.....usted...y sus relatos...que nos hacen transportarnos....al lugar...
Don Demetrio....
la carga del tesoro.....
Gilberto...y su compadre Ramiro...
EL TESORO......
EL POZO.....MORTAL.....CUSTODIO DE UN TESORO...
_________________
QUE SOMOS.....? VIENTO Y ARENA.........viento y arena....
- joya perdidaExperto del Foro
- Cantidad de envíos : 485
Edad : 51
Localización : Leon Guanajuato
Frase Célebre : HAY QUE DISFRUTAR LO QUE DIOS Y LA NATURALEZA NOS DAN PORQUE SOLO ESTAMOS DE PASO EN ESTE MUNDO
Fecha de inscripción : 22/09/2012
Puntos : 5013
Re: "El entierro de Ramiro"
Miér 13 Sep 2017, 2:29 pm
COMPAÑERO JUAN SALDAÑA, MUY BUENA HISTORIA Y BONITO RELATO, ME GUSTA LEER CUANDO TENGO OPORTUNIDAD, LO FELICITO Y QUE SIGA ESCRIBIENDO SUS BONITAS HISTORIAS.
SALUDOS.
SU AMIGO Y COMPAÑERO
joya perdida
SALUDOS.
SU AMIGO Y COMPAÑERO
joya perdida
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