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Frase Célebre : Encontraremos un camino y si no, lo crearemos.
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Experiencia de montañistas con gambusino
Miér 02 Abr 2008, 10:41 am
.....después de caminar días y días por la sierra, uno se olvida de casi todo lo que es el mundo civilizado. La ropa se va tornando sucia y el cuerpo suda, se baña con río o lluvia y vuelve a sudar. Lo mejor es bajar el peso de la mochila, pero tiene un grave inconveniente: la comida se agota. Entonces hay que comer como lo hace la gente de la sierra: tortillas y frijoles, café y, si acaso, huevo. Eso es todo.
Las lluvias iban llegado adonde nosotros pisábamos tierra. "¿Cómo ha estado el tiempo?" "Apenas ayer fue el primer día que llovió", y de repente nos encontramos en un pueblito pequeño: Aguacaliente, En casa de un hombre sonriente: Juan Manuel Parra. ¿Profesión? Bueno.. hacía de todo pero había sido gambusino desde niño, un auténtico buscador de oro como en los viejos tiempos en que las grandes compañías no habían abarcado las principales vetas. Y el resto también.
A pesar de ese monopolio de terrenos, todavía hay suficiente oro como para que un gambusino solitario pueda sobrevivir. "Hay que andar por la sierra y buscar bien. Se lleva uno su cuernito, su martillo y con eso ya se puede encontrar oro". ¿Así de fácil? ¡No podía ser cierto! "Si quieren les hago un ensayito [así hablaba: en diminutivo] ahorita, al fin que hay piedras que traje de una de mis minas." Por supuesto que quisimos.
Caminamos cien, doscientos metros más allá de su casa, en dirección al arroyo, ahí donde todo el murmullo del agua inundaba los cantos de las aves. Ruido que no podía pasar desapercibido. Teníamos que hablar con voz muy fuerte para entendernos. De repente, la vimos: una rueda de cinco metros de diámetro, toda de madera. Parecía una de esas hélices de propulsión de los barcos antiguos: una en cada lado. Así era. Por encima de ella, un canal (también de madera) por donde bajaba agua desde otro arroyo y caía sobre la rueda. Entonces se movía, la hacía girar, añadía otro ruido al ruido: una especie de lamento ronco de la madera.
Don Juan Manuel y nos explicó que él la había hecho solo, con sus manos. Había tardado dos meses en terminarla. ¿La madera? Sí, había tenido que buscarla en el monte, cortarla y hacer tablones a base de motosierra. Limpiar el lugar de yerbas, hacer el canal desde el arroyo... hasta que vio a su "tauna" funcionar vuelta tras vuelta para el fin por el que la había construido. Sin tomar mucho en cuenta su creación, se acercó a un montón de piedras y comenzó a elegir algunas mientras hablaba:
"Se tienen que escoger las de color más violeta para hacer el ensayito". Yo tomé una de ellas del montón y me dijo: "qué buen ojo tiene: ésa es de las mejores". La revisé por todos lados: a lo largo de los años había encontrado cientos de esas rocas en la sierra. Se lo di. Por supuesto, el gambusino sabía elegir la roca a primera vista. Después de 45 años de andar revisando los montes en busca de plata y oro, él ya sabía cuáles eran mejores.
Las lluvias iban llegado adonde nosotros pisábamos tierra. "¿Cómo ha estado el tiempo?" "Apenas ayer fue el primer día que llovió", y de repente nos encontramos en un pueblito pequeño: Aguacaliente, En casa de un hombre sonriente: Juan Manuel Parra. ¿Profesión? Bueno.. hacía de todo pero había sido gambusino desde niño, un auténtico buscador de oro como en los viejos tiempos en que las grandes compañías no habían abarcado las principales vetas. Y el resto también.
A pesar de ese monopolio de terrenos, todavía hay suficiente oro como para que un gambusino solitario pueda sobrevivir. "Hay que andar por la sierra y buscar bien. Se lleva uno su cuernito, su martillo y con eso ya se puede encontrar oro". ¿Así de fácil? ¡No podía ser cierto! "Si quieren les hago un ensayito [así hablaba: en diminutivo] ahorita, al fin que hay piedras que traje de una de mis minas." Por supuesto que quisimos.
Caminamos cien, doscientos metros más allá de su casa, en dirección al arroyo, ahí donde todo el murmullo del agua inundaba los cantos de las aves. Ruido que no podía pasar desapercibido. Teníamos que hablar con voz muy fuerte para entendernos. De repente, la vimos: una rueda de cinco metros de diámetro, toda de madera. Parecía una de esas hélices de propulsión de los barcos antiguos: una en cada lado. Así era. Por encima de ella, un canal (también de madera) por donde bajaba agua desde otro arroyo y caía sobre la rueda. Entonces se movía, la hacía girar, añadía otro ruido al ruido: una especie de lamento ronco de la madera.
Don Juan Manuel y nos explicó que él la había hecho solo, con sus manos. Había tardado dos meses en terminarla. ¿La madera? Sí, había tenido que buscarla en el monte, cortarla y hacer tablones a base de motosierra. Limpiar el lugar de yerbas, hacer el canal desde el arroyo... hasta que vio a su "tauna" funcionar vuelta tras vuelta para el fin por el que la había construido. Sin tomar mucho en cuenta su creación, se acercó a un montón de piedras y comenzó a elegir algunas mientras hablaba:
"Se tienen que escoger las de color más violeta para hacer el ensayito". Yo tomé una de ellas del montón y me dijo: "qué buen ojo tiene: ésa es de las mejores". La revisé por todos lados: a lo largo de los años había encontrado cientos de esas rocas en la sierra. Se lo di. Por supuesto, el gambusino sabía elegir la roca a primera vista. Después de 45 años de andar revisando los montes en busca de plata y oro, él ya sabía cuáles eran mejores.
"...se toma un martillito y se hacen polvo..." Y mientras decía, hacía. Uno se sentía tentado a creer que las rocas elegidas eran suaves porque se hacían terroncitos de polvo con un par de golpes del martillo. Pero yo había tenido una en la mano y no eran suaves. El sudor por la frente de don Juan Manuel descubrió el esfuerzo que su brazo hacía. Golpe, golpe, golpe, en una selva verde rodeada de cantos y murmullos de agua. Oro.
Cuando las rocas estuvieron hechas polvo, quitó los fragmentos más grandes: ésos no le servían para el "ensayito". Quedaba sólo el polvo más fino, un poco más grueso que arena de playa. Tomó su "cuernito" y puso el polvo ahí. Era un cuerno de vaca que había sido tratado para que tuviera la forma de un recipiente alargado. Le pregunte cómo lo había hecho. "Es fácil, sólo se tiene el cuerno y se le va dando la forma poco a poco". "Poco a poco" quería decir días.
Fuimos al arroyo y nos dijo que nos acercáramos. Tomó el cuerno y lo sumergió en el agua. Lo sacaba para revolver la tierra con sus dedos. Meneaba todo y dejaba caer lentamente el agua por un extremo del cuerno. Otra vez al agua. Pronto no quedó en el recipiente más que un pedacito de polvo. Dejó de meterlo al agua pero el agua siguió llegando a través del escurrimiento de sus dedos. Una vez, otra, otra... El movimiento se hacía cada vez más lento hasta que parecía imperceptible de no ser por el movimiento del agua.
De repente se detuvo. "Miren: el polvito amarillo que está debajo, es el orito". Nos acercamos uno a uno. Sí: había un polvo amarillo. Oro. Parecía fácil el proceso pero había sido mucho trabajo para el rendimiento que se daba: de un montón de piedras del volumen de los dos puños cerrados y juntos, sólo había quedado lo que en cocina se llama "una pizca" de arena y apenas unos cuantos brillos de oro. ¡Vaya cuerno de la abundancia!
—Así se hace un ensayito. Se puede encontrar oro. Uno va por el monte y si trae el cuernito se puede hacer el ensaye a cualquier piedrita. Así se descubren las minas. Yo tengo tres. Una es mía y las otras dos las tengo con socios diferentes. Pero apenas estamos en el "denuncio". Uno tiene que irse al cerro, hacer sus ensayitos donde uno crea, ¿verdad? Y si a uno le conviene, entonces se levantan mojoneras como las que hacen los ingenieros pa medir la tierra. Luego se va uno a Durango para hacer el "denuncio" a las autoridades [Secretaría de Minas]. Tiene uno que llevar muestras del mineral para que sepan qué "ley" tiene.
"Esto cuesta dos mil pesos [aproximadamente 250 dólares] y después de un tiempo, los de Minas envían a un ingeniero a levantar un plano del terreno, gasto que tiene que pagar el gambusino, desde la transportación hasta la comida y el hospedaje, que en esto último nunca hay problema siempre y cuando se atengan a lo que ellos mismos comen, pero rascar la existencia para conseguir dinero y hacer venir a un ingeniero es otro asunto. Pero al final, termina llegando y uno anda con el ingeniero y lo lleva de un lado al otro para que haga su trabajito. Luego se va y después de tiempo le llega a uno un título de exploración que sólo dura tres años. En ese tiempo, uno debió haber trabajado el terreno que denunció para saber si renueva el título.
"Entonces tiene que volver a hacer otra vez todo, como si nunca lo hubiera hecho. Y viene otro título por tres años. Pero como nadie quiere andarse en esto toda su vida, se usa de las amistades, se da dinero por aquí y por allá y en vez de conseguir el título de exploración le dan a uno el de "Propiedad", que dura 25 años."
Cosa rara: el costo de título de propiedad es menor que hacer la segunda denuncia, pero con el dinero dado "por aquí y por allá", se va emparejando a la larga.
—Lo que se saca de las minas no es mucho, pero siempre sirve para el "gasto". Nadie se vuelve millonario con ser gambusino. A veces alguien da con un filón, pero son pocos y muy a veces. De todos modos no se deja de trabajar porque es un trabajo como cualquier otro. Siempre tenemos qué comer, porque también tengo mi labor, pero no dejamos las minas. Esta es la manera como nosotros los gambusinos nos ganamos la vida.
¿Un trabajo que promete? Es posible, pero también es muy pesado. Hay que ser constantes, fuertes, tener raíces echadas en el fondo de la tierra para no renunciar después de años en que se obtiene apenas un poco de oro. El precio por gramo es de $60.00 pesos actualmente [1997] (actualmente es de aprox. $110) y eso si se trata de oro de buena calidad. Cien kilos de rocas de buena calidad rinden aproximadamente 20 gramos de oro si la ley del mineral es buena.
¿Cómo se obtiene el oro en cantidades grandes? Lo que había sacado a fuerza de golpes lo había echado de nuevo junto a las piedrecillas de donde habían salido. Bueno, para eso existían las "taunas". La rueda accionada por la caída del agua hacía girar un molino. Tres grandes piedras de río giraban durante horas y horas. Después de un día o dos, el material que se hubiese echado en la tauna era arena mucho más fina de lo que el gambusino con sus manos había hecho a golpe de martillo. Entonces se detiene el molino (se dirige a otro lado el chorro de agua que cae) y se aplica el mercurio en forma de azogue.
—El mercurio es lo único que hace que el oro se quede pegado y no se vaya con la arenita. Se Hace una bola y ya está. Luego, para separar el mercurio del orito se pone al fuego aquí.
Y nos mostró un recipiente que había diseñado y construido él. Ahí, sobre una parrilla pequeña se ponía el oro con azogue, se metía dentro del recipiente, se le ponía agua a la parte de abajo y se cerraba completamente. Se hacía una "gran lumbre" bajo la cual el contenedor se hallaba. El oro quedaba arriba en forma de una bolita y el mercurio se iba al agua para poder ser utilizado de nuevo.
La plática sobre el oro, las montañas, los pueblos, el oro, la graduación de la primaria que había sido por la mañana y a la cual habíamos sido invitados y asistido, la lejanía de toda ciudad... Llevábamos muchos días caminando y cada vez nos alejábamos más de los caminos, de las camionetas o camiones. Estábamos por entrar a un mundo del que no teníamos la más mínima idea: la tierra de los tepehuanes, un grupo indígena que en tiempos de la Nueva España había hecho cimbrar todas las poblaciones de españoles e incluso habían llegado a ser una fuerte amenaza para el virreinato. Ahora son... ¿qué son ahora? Sólo caminando lo sabríamos. Dejábamos atrás el mundo del mestizo donde el oro tenía gran validez.
"El tesoro de la Sierra Madre" de Traven seguía existiendo en la sierra y nos había tocado escucharlo y verlo en persona de un gambusino: Juan Manuel Parra. Nos despedimos y caminamos sobre una vereda hacia el gran río San Diego.
- ingviaColaborador frecuente
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Re: Experiencia de montañistas con gambusino
Vie 27 Sep 2013, 8:31 pm
interesante aventura saludos
- prospexicanGran Experto del Foro
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Re: Experiencia de montañistas con gambusino
Sáb 28 Sep 2013, 1:23 am
aki le dejo su punto companero k interesante historia
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Cuando no se usa un buen detector ocurre esto, puedes rascar metros y metros sin conseguir nada! lo mismo puede pasar cuando se usa un buen detector con un detectorista inexperto.
y cuando se usa una pesrona k se hace llamar medium sin serlo, hay mas riego de perder la vida que jugando a la ruleta rusa y de paso no encontrar nada. si son tan mediums por k no sacan sus propios tesoros y nos dejan sacar los nuestros?
- Guillermo CarlosIdentidad Certificada
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Re: Experiencia de montañistas con gambusino
Sáb 28 Sep 2013, 10:22 am
mire que muy buena historia y maravillosa su redaccion, felicidades compañero hace florecer la tecnica con una brillante literatura.
saludos
saludos
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Saludos desde bolivia
- purokiloExperto del Foro
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Frase Célebre : cuando te toca aunque te quites,cuando no te toca aunque te pongas
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Re: Experiencia de montañistas con gambusino
Sáb 28 Sep 2013, 5:50 pm
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