Historias de Tesoro enterrado

PLATA YVYGUY

** La búsqueda de plata yvyguy o entierro -tesoro que se encuentra bajo tierra, proveniente de la época de la Guerra Grande cuando las personas enterraban sus joyas con la esperanza de rescatarlas al finalizar la contienda bélica- forma parte del folklore paraguayo.

** La posibilidad de abandonar, con un golpe de suerte, la pobreza y ser rico es lo que mueve a quienes van en busca de oro y plata en desolados lugares. Todos los buscadores de ese mágico tesoro tienen la evidencia de alguien que, de la noche a la mañana -sin ser funcionario público de peso-, se volvió millonario. Ese es su mejor argumento para persistir en una tarea que muchas veces lleva toda la vida, sin alcanzar el milagro deseado.

** Los relatos que abordan este tema son abundantes. Pantaleón Galeano, del departamento de San Pedro, contaba:

** "Vivíamos en una loma. Desde allí, ciertas noches, veíamos una luz que se prendía y apagaba. No siempre era en el mismo sitio. Había momentos en que parecía mudarse y aproximarse a nuestra casa. Lo que al principio nos infundió cierto temor, de a poco nos fue llenando de curiosidad. Le conté entonces a un antiguo poblador del lugar que me dijo que el entierro de López estaba allí y que solo era cuestión de coraje el ir a buscar lo que se había enterrado. Contó que el eje de una carreta llena de joyas se había hundido en una arribada que hasta no hacía demasiado tiempo era un pantano. Y que si bien algunos se atrevieron a tentar suerte cavando, nadie tuvo fortuna porque solían aparecer el mismo López y sus soldados para ahuyentar a los ambiciosos".

** "Nos juntamos tres amigos -uno de ellos ya con experiencia en estas cosas- y nos lanzamos en una oscura noche, munidos de linternas y palas, a la aventura. El viejo que me proporcionó datos me había alentado, pero me había advertido también que no tuviera miedo porque las apariencias eran terribles. Lo que viéramos y escucháramos podría enloquecernos si nuestro espíritu era débil. Creíamos haber tomado todas las precauciones, desde el pindo karai hasta el agua bendita que habíamos conseguido de una santularia de nuestro valle".

** "Al llegar al lugar donde pensamos que debíamos excavar todo estaba en calma. No vimos la habitual lucecita. Tampoco escuchamos nada. Como a la media hora de iniciado el trabajo, sentimos un viento fuerte. Pensamos que era natural. Detrás de eso, sin embargo, escuchamos voces inentendibles que parecían dar órdenes. Y, de repente, la oscuridad se iluminó no por obra de nuestras linternas, sino a causa de un fenómeno que nosotros no entendíamos. Estábamos asustados, pero sabiendo que todo eso era apariencia, que no había nada de verdadero, intentamos no hacerle caso a lo que veíamos en una especie de recuadro luminoso: soldados que tenían sus fusiles y bayonetas apuntando hacia nosotros. Delante de ellos estaba un hombre sobre un arisco caballo. Parecía ser el jefe. Uno de mis compañeros nos aconsejó dejar lo que estábamos haciendo y volver otro día. Yo y otro, sin embargo, queríamos aguantar. Rezamos el Creo en Dios Padre en voz alta, pero no era eficaz para ahuyentar las figuras fantasmales que estaban como a 50 metros de nosotros".

** "Después se apagó la luz y sentimos que sobre nuestras cabezas pasaban lo que nunca sabremos si eran balas o qué, algo que silbaba y explosionaba a nuestra espalda. De repente, algo dio en el cuerpo de uno de nuestros compañeros, que pidió socorro en medio de la noche. Ahí nos asustamos y coincidimos en que era mejor salir de allí. Arrastramos a nuestro compañero, que decía tener una herida en la rodilla, y huimos de ahí como pudimos. Estando ya alejados del lugar, tal vez como a 300 metros, sentíamos el galope de varios jinetes que parecían dirigirse a nosotros. Yo recé una poderosa oración aprendida de mi abuelo y los ruidos disminuyeron hasta apagarse".

** "A pocos les contamos lo que nos pasó. Casi nadie nos creyó, como sucede siempre en casos así. Lo cierto es que vivimos algo increíble. Los que nos arriesgamos llegamos a la conclusión de que el tesoro escondido que buscamos no era para nosotros. Nunca más volvimos al lugar".

Fuente: LO MEJOR DEL FOLKLORE PARAGUAYO. Selección e introducción: MARIO RUBÉN ALVAREZ. Colección: Hacia un país de lectores Nº 3, Editorial El Lector, Director Editorial: Pablo León Burián, Asesor Editorial: Roque Vallejos. Diseño e ilustración de tapa: JUAN MORENO. Asunción-Paraguay 2002. 126 pp.